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martes

"Cuando Tenga que Hablar en Público, Recuerde la Pequeña Historia de Cómo el Chofer de Albert Einstein Respondió de Forma Creativa a una Pregunta Inquietante"

Hoy compartiré con ustedes una pequeña, pero a la vez, gran historia sobre como el chofer de Albert Einstein, hizo uso de la creatividad para resolver una inquietante situación en la que vió envuelto cuando se expuso por primera vez a hablar en público.

Cuentan que en el año 1907, Albert Einstein, por aquellos entonces un joven y desconocido físico que acababa de publicar su teoría sobre la relatividad espacial, comenzaba a ser invitado por muchas universidades europeas para que explicara y diera a conocer su reciente postulado. 

Tal fue el éxito de sus conferencias, que en tan solo unos pocos meses, más y más eran las universidades que reclamaban la presencia del joven Albert; quien conferencia tras conferencia acudía siempre que podía para explicar de forma repetitiva, en que consistía su reciente teoría. 

Como a Einstein no le gustaba conducir, contaba con el servicio de un chofer que lo llevaba a todas y a cada una de sus conferencias. 

Tal es así que su chofer ya se había aprendido de memoria desde la primera hasta la última palabra de la ponencia del prácticamente desconocido profesor.

Un día, mientras el chofer levaba a Albert hasta la universidad de Baviera, éste le comentaba lo aburrido que le está resultando hablar siempre de lo mismo aunque el público sea diferente. Una y otra vez... una y otra vez, debía repetir palabra por palabra y responder siempre a las mismas preguntas. A lo que su chofer le contestó: - Profesor Einstein ¿qué le parece entonces si esta vez, la conferencia la doy yo? Al fin y al cabo le he escuchado tantas veces que estoy seguro que nadie notaría la diferencia entre una ponencia mía y una suya.

Einstein, que tenía un gran sentido del humor, se lo pensó un momento y aprovechando que prácticamente nadie le conocía en dicha universidad, aceptó gustoso la propuesta de su chofer.


Ya cerca de la universidad intercambiaron sus lugares en el coche, sus chaquetas y sus sombreros.

¡Todo iba de maravillas! Por un lado, Albert Einstein pasaba desapercibido sentado en la última fila como un asistente más de la conferencia, mientras que su chofer era el protagonista indiscutido en aquella sala repleta de alumnos y personajes influyentes que buscaban conocer al nuevo profesor y escucharle hablar sobre su controvertida teoría sobre la relatividad espacial.

A punto de terminar su ponencia, un destacado profesor de la universidad, interrumpió al "improvisado Einstein" y le preguntó: - Profesor... podría explicarme más en detalle el significado de la última ecuación que ha escrito sobre el margen superior izquierdo de la pizzarra?

El chofer, que si bien se sabía la conferencia de memoria, se encontraba ante una pregunta que nunca nadie le había hecho al "verdadero Einstein" en conferencias anteriores. 

El chofer que lo único que sabía de esa ecuación era escribirla y explicarla tal cual lo había hecho el verdadero Einstein en conferencias anteriores, pero sin má detalles, miró fijamente a los ojos del personaje que le había puesto en semejante aprieto y le contestó: - Estimado colega ¡me extraña que usted me pregunte eso! Y digo que me extraña, puesto que su pregunta es tan fácil de contestar, que hasta mi chofer sería capaz de responderla. Y es por eso que le pediré a mi chofer que está sentado en la última fila, que ésta vez le responda por mí.  :)

Muchas veces cuando suelo dar una conferencia o un seminario sobre cómo Dominar el Arte de Hablar en Público, me suelen preguntar justamente, como responder o reaccionar ante ese tipo de preguntas que lo ponen a uno en un aprieto y que muchas veces no saben como responder.

A ellos, y si ése también es su caso, les recomiendo:

1º: Reconocer con total naturalidad que desconoce la respuesta exacta a la pregunta recibida, pero que tomará nota de la misma y que una vez resuelta la misma, le hará llegar al interesado en cuestión, la respuesta esperada; ya sea por e-mail o algún otro medio acordado.

2º: No pretenda controlar las reacciones de su público ni todo lo que sucede a su alrededor puesto que ni usted ni nadie puede hacerlo. En cambio lo que USTED SÍ PUEDE hacer, es controlar su ansiedad, sus nervios y sus miedos cada vez que tenga que hablar en público ¡Requiere práctica... pero puede hacerlo!

y 3º: Recuerde la historia que acabo de contarle y compártala con su público cada vez que alguien le haga una pregunta de la cual usted desconoce la respuesta. Luego puede decirles que ni Einstein está en sentado en la última fila para ayudarle, ni que usted es el famoso chofer que un día suplantó al aclamado profesor en una de sus conferencias.

Seguro que con eso además de sacarle una sonrisa a su público, volverá a captar positivamente la atención de sus oyentes. 

No hay nada mejor que contar una buena historia cada vez que le toque hablar en público. Y aquí ya tiene una ¿no cree...?

CRISTIAN BEJARANO
www.cristianbejarano.com

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